Tras muchos años de veranear en Menorca, en San Jaime, decidimos que Menorca era el lugar donde queríamos vivir para disfrutar de nuestra jubilación.
¿Por qué elegimos Cala Llonga hace ahora ya 10 años? Buena pregunta…la verdad que por varias razones.
En primer lugar, se trataba de una zona residencial, con una asociación de propietarios muy activa y comprometida (lo cual es muy importante cuando se trata de conservar una urbanización en un estado óptimo, estado que lamentablemente algunos dan por sentado sin molestarse en contribuir, mientras se benefician del gran esfuerzo y trabajo de los otros); en segundo lugar, por su ubicación en la ribera norte de uno de los más bellos puertos naturales del mundo.
En San Jaime, mi esposa Pat, nuestros cuatro hijos y yo disfrutamos de unos maravillosos años de vacaciones en primera línea de mar, pero ese paisaje, tan atractivo en verano, puede llegar a ser solitario y aburrido en las negras y largas noches de invierno. Al vivir ahora junto a este precioso puerto, despertamos cada día a un paisaje nuevo, con cruceros y barcos de todos los tamaños pasando ante nuestra casa. Vemos ferrys, cargueros, cruceros, barcos de pesca y, por supuesto, innumerables embarcaciones de recreo, desde hermosos yates privados e impresionantes veleros de varios mástiles, a las más sencillas lanchas y barcas pequeñas. También hay una escuela de vela para los más pequeños que nos deleita todos los fines de semana, ya sean de verano o invierno, con docenas de embarcaciones regateando dentro del Puerto.
Cuando el sol se pone y empiezan a encenderse las luces al otro lado de la bahía, el puerto brilla ofreciendo una nueva postal para nuestros ojos, con los reflejos sobre el agua dando una dimensión distinta al paisaje. No es posible aburrirse de un entorno tan bello y cambiante al otro lado del umbral.
Disfrutamos además de una gran vida social en Cala Llonga: cada verano, tras la Asamblea Anual de vecinos, se organiza una fiesta con paella y música en la zona de la playa; está también el Aparthotel, con su restaurante y su bar junto a la piscina, ideal para pequeñas reuniones sociales donde podemos conocer a nuestros vecinos y tomarnos una copa o comer con los amigos. Las familias que viven en Cala Llonga, ya sea todo el año o en vacaciones, realmente pueden pasarlo estupendamente en un lugar maravilloso.
Nos consideramos privilegiados por tener nuestro hogar en esta bella y segura joya del Mediterráneo y nunca olvidaremos a las personas que dedican parte de su tiempo libre a garantizar que la urbanización se conserve así. Sin duda les estamos muy agradecidos.
<strong>Ken Gibbon</strong>